El hallazgo accidental y feliz

A. Desde el trabajo te envían unos días a un curso en una ciudad a la que nunca habrías pensado ir. La primera impresión del lugar es neutral. En los descansos, haces migas con un par de chicos locales, te cuentan que no has visto lo mejor, y te invitan a ir con ellos después de clase. Descubres con ellos un ambiente nuevo que conecta contigo. Decides que en las próximas vacaciones tienes que volver con los tuyos, porque les va a encantar.

 

B. Eres una persona que no suele leer más que libros prácticos y blogs especializados. Entras a una librería a comprar el cómic que te han dicho que quiere tu sobrina para su cumpleaños. De camino a la caja, la portada de una novela te llama poderosamente la atención. No sabes nada del título ni del autor, lo tomas, y lo que cuenta la contraportada te intriga aún más. Te lo llevas: te engancha, se convierte en tu descubrimiento del año. A los pocos meses se lo regalas a tu mejor amiga.

 

Necesitas compartir tu hallazgo accidental. Necesitas compartir felicidad.

 

En tiempos en los que no podemos aventurarnos por el mundo tanto como quisiéramos, el hallazgo accidental, o la serendipia, resulta aún más especial.

 

 

¿Por qué nos gusta la serendipia? La serendipia supera cualquier expectativa previa. Crea una historia a su alrededor, y nos pirran las historias. Es por eso que las casualidades imposibles de las pelis de Almodóvar nos funcionan: crean ecos que añaden profundidad a la historia. Como seres humanos, nos resulta conveniente poder conectar puntos del pasado. Nos da la esperanza de que el futuro imprevisible acabe formando un relato. Nos gustan los momentos que no hacen sospechar que “el azar es cómplice del amor” (Ángela Molina dixit), aunque sepamos que el destino, no existe.

 

La serendipia nos permite además, por si fuera poco, conocernos más. Descubrirnos como algo más de lo que pensábamos. Nos permite innovar, crecer, transitar por caminos menos predecibles.

 

En los entornos digitales, los sistemas de recomendación tratan de predecir: 96% para ti. Lo hacen creando un doble digital nuestro, en base a cómo nos hemos comportado como personas usuarias. Si tan solo nos sugieren las categorías de cosas con las que ya hemos interactuado ¿no se están perdiendo una parte impredecible de cada cual? ¿no es posible que acabemos aburridas? Las mentes brillantes de las grandes tecnológicas seguro que han introducido un elemento de aleatoriedad en sus algoritmos.

 

Igualmente, en lo que propongamos, deberíamos pensar en dar una oportunidad a los hallazgos accidentales.

 

Para cuando podamos volver a explorar y ser espontáneos.

 


Canción de créditos finales de este post:

 

Película de la imagen principal: Susurros del corazón, de Yoshifumi Kondō (1995)

 

 

 

 

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Alex Atxa Escrito por:

Freelance del Marketing. Eibartarra que encontró un camino en América Latina. Asomo la cabeza en este blog compartido.

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