Perdóname antes de empezar
Soy engreída y lo sabes bien…
Recientemente he sido ma-má-mánager. Acabo de tener mi primera junior después de un proceso largo, que si empezó con mucho amor ya no lo recuerdo. Porque se ha alargado tanto la búsqueda que se volvió algo mecánico y frío.
Sin embargo recuerdo perfectamente a mi jefa en nuestra primera cita cuando me preguntó si yo quería ser ma-má-nager en el futuro. Nos recuerdo a las dos, en una cafetería durante la pandemia, con las mascarillas en la mesa, teniendo esta charla cuando me cambié a su departamento. Ella quiso entrevistarme porque aunque llevaba un par de años en la empresa, iba a ser nueva en su equipo. En la batería de preguntas que me hizo, me preguntó:
-¿Tu quieres ser manager? Te lo digo porque hay gente, que después de unos años, llega a un punto en el que se va para poder crecer siendo manager.
Le vine a decir algo como:
-Depende de a qué llamemos manager, a mi ser manager porque por mi edad se presuma que por madurez (una seniora) sabré gestionar a personas que por su edad presumamos su inmadurez (junior) a modo de niñera o secretaria siendo la extensión del estilo y las decisiones de mi superior…no me interesa. Tampoco que se me hiciera manager por antigüedad. Ser manager de mi misma de puertas para adentro pero con esa chapita en la cena de Navidad. No me interesa ser ese tipo de manager y no sufriré por no serlo, me gusta mi proyecto y de momento solo se necesita un cerebro y dos manos. Mientras me siga gustando el proyecto, todo en orden. ¿Que si algún día el proyecto fuera mayor me gustaría tener un equipo para poder llevarlo a cabo? Si, claro. Pero no tengo la ambición de tener un título vacío aquí. Tampoco creo que un proyecto por el hecho de implicar gestionar personas sea más atractivo. Ya llegará mi momento, si es que tiene que llegar, me queda mucha vida laboral”.
Así quedó la cosa durante un par de años, hasta que, por lo que sea, el proyecto de analítica web de mi empresa creció en volumen e importancia, más allá de lo que mi persona podía mantener en su jornada laboral de manera sostenida.
Y así, sin buscarlo y sin tener ningún reloj biológico profesional, llegó mi hora de ser UNA manager primeriza. Y os contaré mis cosas que son nuevas para mi, como si yo fuera la primera manager en la tierra y lo que yo descubro fuera desconocido para el resto.
Tengo un problema
Si estás aburrido búscate un problema
Llama al ministerio y canta este lema
TENGO UN PROBLEMA
TENGO UN PROBLEMA
TENGO UN PROBLEMA
TENGO UN PROBLEMA
Las Bistecs
Yo creo que pasar a tener un equipo para que te ayude en plan, que tu tienes que 1) explicarle el problema, 2) definir cada paso de la tarea, 3) supervisar cada paso y 4) evaluar la solución que ejecutaron otros es un ejercicio de multiplicar el tiempo que se pierde por persona supino. Y yo no querría pertenecer a ese equipo ni como jefa, ni como india.
A corto plazo, poniendo esto en práctica el hipotético jefe de equipo verá engrosado su ego (solo él sabe de verdad) y su hipotético equipo verá mermada su autoestima (necesito ser revisado constantemente mi superior siempre detecta fallos [obviamente, es más fácil corregir un trabajo hecho que hacer las cosas bien desde cero]).
A medio plazo lo que vemos es que 1) hemos incrementado la responsabilidad del responsable (que puede estar feliz de ser sobredimensionadamente importante o estar más quemada que una turista en las playas de Valencia) y 2) se ha disminuido la implicación real del equipo en el trabajo (y lo que es peor, se nos habrán ido los mejores y quedado las personas conformistas y amantes de las tareas repetitivas y sin responsabilidad real).
A largo plazo, si hubiéramos querido añadir personas a ese equipo con ese proceso de gestión en algún punto veremos que llegamos al límite de solubilidad* del talento del manager y una de dos, o hacemos minimanagers (normalmente extensiones del manager) o nos cortamos la coleta.
Los problemas ni se crean ni se destruyen…
…se transforman en los problemas de otras personas cuando para resolver tu problema generas tareas en otras personas. Que a su vez tienen que ir a otras ventanillas. Los problemas viajan a la velocidad de su prioridad hasta que se resuelven o se disuelven por el camino. Este es el viaje deseado de cualquier problema. Otras veces nos topamos con problemas crónicos. Alguna vez el problema vuelve a ti. Por interdependencia, incompetencia o pura ironía, sea cual sea de estas opciones todas son motivo de sonreir. Así es como viajan los problemas en horizontal.
…se transfieren cuando realmente deja de ser tu problema. Tener un equipo debería significar que puedes transferir problemas a esas personas y eliminar su peso de tu carga mental.
La carga mental
Si tienes un equipo para tener menos problemas es porque el equipo no es que se responsabilice de la tarea, es que se hace cargo. Y para conseguir eso hay que revisar la visión que tenemos de una ma-má-mánager. Y una vez más el feminismo puede salvarnos de las creencias que nos hacen infelices. Como explica la viñeta, las personas del equipo pueden tener la cómoda creencia de que otro debe decirle en todo momento qué hacer y él poner solo su energía en ejecutar. Pasar a tener un equipo para que te ayude así solo hace que cambies el estrés de ejecutar más de lo que puedes ejecutar, por el de gestionar más de lo que puedes gestionar. Lo ideal es que las personas del equipo tuvieran la iniciativa, curiosidad y ambición de ser autónomos. La suficiente autoconfianza para saber priorizarse. Cómo manager puedes crear procesos para hacer un seguimiento del área o áreas que has transferido a una persona del equipo. Estar disponible para emergencias puntuales. Defender los intereses del proyecto y del equipo a nivel global. Dar consejos, asistir y reconocer los logros. Dar la cara. Arrimar el hombro. Tender la mano. Acompañar a personas en una etapa profesional para que se conviertan en su mejor versión. Gestionar los fallos e integrarlos en el proceso de hacer un buen trabajo.
El control
El control, amiga date cuenta. Una de las cosas que he descubierto es la sensación de pérdida de control del resultado final de una tarea cuando la delegas. Es como firmar un trabajo de la universidad que hubiera hecho otra persona pero la nota te la pusieran a ti. Tiene cierto sabor a vértigo en las primeras tomas. O al menos yo, y mi INMENSO EGO PLANETARIO preferirían que el día tuviera más horas (laborales y ociosas) y poder hacerlo todo YO SOLA y responder SOLO por mis errores. Equivocarme para aprender lo que desconozco y no tener que entender lo que otra persona ignora equivocándose para enseñarselo.
Decidí ser una mujer adulta y dejar que otros jueguen con MI pelota.
Una cosa que me gusta es calcular los tiempos y pasos para transferir una tarea 1) muestro como se hace la tarea y grabamos en vídeo la reunión donde explico y muestro cómo se realiza, 2) documento el proceso y dejo que se ponga manos a la obra con mi supervisión directa, 3) que lo haga a su bola y tiene mi entera disponibilidad (por si levantara la mano), 4) lo reviso antes de la entrega, 5) se entrega sin mi revisión, lo reviso a posteriori u observo atenta cómo otros detectan algún error (si lo hubiere). El quinto paso, igual de importante que el resto es para que YO aprenda que los errores que YO detecto como “data owner” posiblemente no los detecte el “data customer”. De esta manera refuerzo el autoestima del equipo (no me necesitan para hacerlo suficientemente bien) y me fuerzo a ver que un trabajo suficientemente bueno no es siempre el que para mí estuviera suficientemente bien (qué no, que no me necesitan).
Porque si quiero transferir tareas, que otros se hagan cargo y liberarme de la carga mental también tengo que saber reconocer que las cosas pueden estar muy bien hechas aunque yo las hubiera hecho de otro modo y con otro grado de exigencia.
Hay puertas que sólo se abren desde dentro
Cómo proyecto de punky, sólo me va a quedar la cresta.
Irene Santos
Yo no es que sea conflictiva o que sea cabezota, yo no es que siempre tenga que tener la razón. Yo es que tengo un pensamiento divergente, profundo, innato y constante y aun por encima, soy Aries. ¿Qué le hago? Mira, me encantaría darte la razón, pero seguramente lo que haga, si no puedo llevarte la contraria es callarme, y si realmente creo que pueda servir para algo te expondré las premisas por las que yo tengo otro punto de vista del que no vas a conseguir que me baje si tu opinión no me parece suficientemente sustentada.
Todo esto para decir que me parece muy osado que alguien crea que puede enseñar a alguien a pensar. Cómo si alguien pudiera enseñar a alguien a bromear. El pensamiento crítico, el humor son talentos innatos y mejoran con el tiempo si los ejercitamos. Pero de ahí, a que alguien se crea que porque sabe hacer algo sabe enseñar, como si fueran esferas que se contienen…
Yo lo que hago es proveer de un espacio seguro y un tiempo razonable para que una persona resuelva por sí misma un problema. Si este tiempo y espacio se viera amenazado desde fuera, lo defiendo. Dejo que se equivoque y no suelo contestar a dudas básicas, dicho de otro modo ¿invito a ser autodidacta? Dejo que descubra soluciones diferentes que las mías a un mismo problema, ¿invito a no imitarme o ni buscar mi validación? No estoy nunca encima pero estoy periódicamente siempre disponible el suficiente tiempo de calidad para ver los avances y resolver dudas, ¿invito a que mi tiempo sea una variable de tiempo más a tener en cuenta en la infinitamente compleja misión de saber gestionar las entregas?
Y en este proceso puede que yo enseñe muy poco pero la otra parte puede aprender mucho. Porque la mayoría de las puertas de los datos tienen que abrirse desde dentro y la mejor manera de invitar a que se abran es que sea un problema, y no una explicación, lo que llama a la puerta.
La Tierra es de quien la trabaja
Si hemos dicho que delegar es en ocasiones poner tu firma a un trabajo que en cierto modo tú no has hecho, de alguna manera hay que trabajar en el sentido inverso esto y dar visibilidad al equipo. Transferir tareas para que sean otros los que las lideren y renunciar alegremente a ciertas parcelas de protagonismo.
¿Seré acaso yo la antimanager?
Creo que la felicidad aflora mejor cuando es descubierta que cuando es perseguida. Si ser manager me hace feliz será para mi un descubrimiento. Si se me da bien habrá que ir viéndolo con el tiempo. De lo que estoy segura es de que tengo el privilegio de poder ser la manager que yo quiera ser, porque me lo permito y me lo permite el resto. Y de momento va de poner la cabeza, y también el cuerpo, porque como dice la canción…
Tú que amarraste bien tu cuerpo a mi cabeza
Con ganas de llorar, pero con fortaleza
Escúchame
Mamá, mamá, mamá
Rigoberta Bandini
Agradecimientos
A mi madre, por traerme al mundo para acompañarme en la tarea de aprender a habitarlo siendo yo misma y feliz, a fuerza de quererme.
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