El arte de ser una analista web feliz

El otro día UNA, estuvo hablando aquí  con los buenos de Datola. Me pidieron que me describiera para quedar inmortalizada en su blog. Siempre quise ser una mujer trofeo aunque fuera por mi intelecto pero, chica, es difícil eso de describirse. Me salió de manera automática:

“Soy una analista web feliz (por si no fuera poco ser cada una de esas dos cosas por separado)”. Irene Santos

Fíjate, que lo escribí desde dentro y cuando lo leí desde fuera pensé “¡Vaya! una es una analista web feliz”. Nunca me había parado a pensar seriamente qué es para mí ser feliz dentro de la analítica web. Tampoco fuera de ella. Intenté buscar una forma objetiva de describir la felicidad y elaboré un sofisticado sistema de medición en forma de test. Si vamos a hablar de la felicidad dentro de la analítica lo mejor es que empecemos por medirla. Adelante, son 10 preguntas fáciles y breves. Recuerda amigo analista, que no hay respuesta correcta, ni incorrecta. Lo importante es que conozcas tu índice de felicidad porque ya sabes lo que dicen “Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre” William Thomson Kelvin

Conóce tu índice de felicidad en 10 preguntas


La felicidad DENTRO de la analítica

Como habrás podido comprobar, el test, no son más que chorradas mías (y de Schopenhauer). Y es que antes que analista, antes que feminista, antes que mujer, antes que treintañera, antes que nada…UNA, es I-D-I-O-T-A. Y haciendo el idiota es como más me siento realizada como persona. Eso pensaba yo, que este test era una brillante idiotez con la que me iba a reir de mi, y de todos mis compañeros, pero de mi primero.

Y mira, resulta que mientras preparaba este artículo me he leído Happycracia. Porque una es una idiota, pero siempre siempre S-I-E-M-P-R-E una idiota documentada. La cosa es que me encontré con que la felicidad sí que se mide en serio. Y que tiene la siguiente fórmula:

F (felicidad) = R (rango fijo) + V (voluntad) + C (circunstancias)

R= 50% (aquí no podemos hacer nada porque es lo que traemos de fábrica)

V = 40% (aquí es donde podemos trabajar para subirlo, porque depende de nosotros)

C =10% (aquí no tenemos casi power porque tampoco nos vamos a poner a cambiar el mundo cuando tiene tan poco peso en nuestra felicidad y tenemos tanta plancha).

Me reí mucho de que Martin Seligman* planteara esta fórmula como una forma “seria” de medir la felicidad. Me dije “Irene, claramente esta fórmula es una idea mucho más idiota y divertida que el test que te acabas de inventar”. Es más, si me apuras, puede que mi test mida de una forma más precisa la felicidad que la fórmula de Martin Seligman, siendo dos variables totalmente aleatorias es posible*. A idiota, igual me gana Martin, pero no a analista. Si lees esto Martin no te ofendas, yo también tenía mucha plancha y lo hice deprisa y corriendo.

Agotada la vía del humor, tendré que ponerme sería y explicaros sin método científico y sin tener mucha idea, qué es la felicidad. No sé, chica, no  me siento cómoda explicando las cosas con sentencias, sin tener bien preparado el tema y creyendo que mi opinión es importante simplemente porque…¿cómo no va a ser importante mi opinión siendo la MÍA? Perdonadme, no soy un hombre heterosexual blanco y para estas cosas me falta experiencia. UNA es una mujer que escribe esto teniendo mucha plancha y bastante sentimiento de impostora. Pero si Seligman puede escribir sobre la felicidad y dar charlas en plan serio del tema, cualquiera debería de poder porque….cualquiera puede hacerlo igual de mal (incluso una mujer, UNA MISMA, sin ir más lejos).

La felicidad FUERA de la analítica

CÓMO SER UN GAMUSINO EN 10 SENCILLOS PASOS

Los gamusinos no existen. Existe su palabra. Existe su significado. El gamusino existe como concepto al hacer referencia a una idea que sostenemos en nuestro imaginario colectivo. Pero nadie puede convertirse en gamusino, porque los gamusinos, no existen. Podemos crear una economía en torno a vender productos para que la gente consiga convertirse en gamusino. Podemos fomentar, gracias al narcisismo propio del neoliberalismo, la idea de que la buena vida es únicamente la vida de los gamusinos. Podemos llenar todas las pantallas del mundo de gente que parece ser gamusino cuando consume algo. Podemos seguir todos los consejos que hay que seguir para convertirse en gamusino según un experto en gamusinos. Podemos sentirnos culpables por no ser unos gamusinos. Podemos responsabilizarnos por nuestra incapacidad de conseguir ser unos gamusinos. Podemos esforzarnos muchisisisisimo para ser unos gamusinos. Podemos creer que merecemos ser gamusinos, aunque sea una etapa pequeña de nuestra vida. Podemos vivir soñando un futuro en el que, al fin, seamos gamusinos. Podemos recordar un pasado en el que nos pintamos como gamusinos. Podemos hacer muchas cosas en torno a los gamusinos, pero hay una cosa que nunca nunca N-U-N-C-A vamos a poder hacer, y es SER UN GAMUSINO. Porque sencillamente los gamusinos no existen ¿He dicho gamusinos? FELICIDAD, quería decir felicidad ¡vaya despiste!

La felicidad no existe. Los gamusinos tampoco. Pero siempre nos quedará EL CHOCOLATE

FELICIDAD – A RATOS, NO TOLRATO

Yo creo que la felicidad como un estado permanente en el que te puedes quedar a vivir y que puede y debe crecer exponencialmente es una moto que nos venden. Tengo la suerte de creer que hay momentos felices, como hay momentos infelices. Me parece imposible ser feliz todo el tiempo y renuncio a que eso sea posible y de serlo esté en mi mano. Fíjate, me cuesta menos imaginarme la posibilidad de ser infeliz todo el tiempo. Lo que me lleva a pensar que la ausencia de infelicidad, igual no es la felicidad, pero es un estado más sensato al que aspirar. No ser infeliz todo el rato, estar tranquilamente en ese estado y sentirme afortunada por ello. A este estado lo llamo estar en paz. Y en ese estado de “paz” acepto con deportividad los momentos infelices y disfruto los momentos felices, porque no los busco pero sé que aparecerán. Y confío en que igual que vienen se van y que yo podré volver a mi estado permanente (revisable) de no ser infeliz. Creo que tengo una buena vida porque puedo aspirar a no ser infeliz y esto no es porque yo sea un ser de luz aunque la lucidez es la guinda. No todo el mundo puede aspirar a no ser infeliz todo el tiempo. Es que UNA ha nacido con ciertos privilegios (económicos, culturales, sociales, biológicos, etc) y ha hecho cierto trabajo personal. Honestamente, creo no conocer la violencia, la pobreza, la enfermedad, haber abandonado la precariedad laboral…creo que esto tiene bastante peso para no ser infeliz TOLRATO. Un pequeño inciso en este punto:

Tampoco voy a hacer un discurso paternalista de qué hay gente que es feliz con muy poco o en condiciones infrahumanas en otras partes del mundo que se escapan a mi conocimiento, comprensión, pertenencia e influencia. Si son felices con poco (cómo habrá quien diga), es que igual no han probado con suficiente (colega). No voy a descargar mi culpa de occidental blanca en romantizar eso y fomentar la idea de que no es necesaria un reparto más equitativo de la riqueza porque “total los pobres si saben ser felices con poco pues está todo bien. El problema es que nosotros necesitamos mucho para ser felices”. En plan, “pobrecitos nosotros y no los pobres pobres”. Vamos a dejar que la gente sea feliz con suficiente, aceptando que un reparto de la riqueza haría menos rico a los países ricos y menos pobres a los países pobres. Vamos a dejar que sean o no felices con suficiente en sus países . Vamos a firmar AQUÍ para que vivan en paz los que están en el nuestro y que sea administrativamente el suyo, y volvamos al tema que nos ocupa, lo de ser feliz teniendo suficiente en el “primer” mundo. Fin del inciso.

Como te decía las circunstancias tienen un peso mayor que el 10% en el hecho de que la gente tenga una vida digna de ser vivida. Entonces yo solo diré que la receta de la felicidad no la sé, pero una de las formas de ser infeliz es empeñarse en ser feliz. Cómo si alguien tuviera el control para serlo, pero tu no. En un primer mundo que se empeña en decirte que todos son felices menos tú. Ahora lo dice Instagram, ayer la televisión pero el mensaje es siempre el mismo “eres un idiota por no ser feliz o por no ser aún más feliz, pudiendo serlo” (a poder ser consumiendo, claro).

Ser una analista web FELIZ (me pongo seria)

NO TE DEDIQUES A HACER PIRÁMIDES INVERTIDAS

Algunas personas que tenemos trabajos no esenciales o que no son vocacionales hemos tenido alguna vez la sensación de que nos pagaban por hacer algo que en el fondo, no servía para nada  (muy MUY MUY en el fondo si eres mi jefa, mi exjefa/e o un recruiter y estás leyendo esto). Algunas hemos tenido un día gris en el que la incapacidad que sentimos de influir en el mundo en el que vivimos se materializa en sentir que nuestro trabajo no sirve para nada. Dicho de otro modo, algunas personas hemos sentido que trabajamos construyendo pirámides invertidas.

Otras personas hemos sentido que nuestro trabajo es lo más importante de nuestra vida. Nuestra identidad. Nuestra fuente de felicidad. El terreno de juego donde sentirnos realizadas. Que nos pagan por hacer algo que nos gusta tanto tanto TANTO que no nos importa trabajar sin que nos paguen: formándonos en nuestro tiempo libre, metiendo horas y renunciando a días de descanso (si eres un recruiter, esto también es coña). Personas a las que el trabajo quita el sueño. Personas que comen delante del ordenador. Personas que encadenan reuniones tentadas en la idea de usar pañales para adultos. Personas que cuando no están trabajando piensan en el trabajo. Personas para las que el trabajo es un alterador de ánimo tan bestial que es el condicionante principal de su estado de ánimo. Personas que fingen interés en lo que les dicen sus amigos y sus parejas mientras secretamente desean que llegue el lunes y ponerse la ropa de faena. Porque el traje de ser ellos mismos les resulta poco favorecedor, ajeno o ya ni lo encuentran. Dicho de otro modo, algunas personas hemos invertido la pirámide de Maslow y la hemos colocado sobre una base frágil e inestable. La necesidad de autorrealización.

Con vosotras, la pirámide de Maslow

ESTO NO VA PARA NADA DE POLÍTICA, ESTO NO VA DE APOLOGÍA DEL TERROR

Siendo yo una idiota y teniendo alma punkarra no podía cerrar este artículo sin canturrear el “Esto no va para nada de política, esto no va de apología del terror” de Lendakaris. Mi historia, la que te voy a contar ahora, no va de meritocracia. No va para nada de apología de la superación. Que el Dios del neoliberalismo me libre de difundir sus creencias.

Yo empecé a trabajar mientras estudiaba, con 16 añitos. De camarera en un restaurante de mi pueblo. Y este fue el primero de muchos trabajos, dignisimos, que he hecho mientras estudiaba. Todos ellos poco cualificados, muy difíciles, agotadores, duros y con los que solo podría haberme permitido caminar como una funambulista sobre el umbral de la pobreza.

Vaya por delante, que he trabajado mientras he estudiado porque he querido. Pertenezco a una familia estructurada y en la que perfectamente podría haberme dedicado únicamente a estudiar. Sin grandes lujos pero podría perfectamente haberlo hecho. Pero como os he dicho UNA es idiota y en algunas ocasiones ha elegido pasarse la vida en modo difícil. Supongo que para demostrar algo que con la edad se me ha ido olvidando. Pero recuerdo que me importaba y mucho, y supongo que de ahí me salían las ganas y las fuerzas.

A día de hoy trabajo como analista web, puedo decir que tengo un trabajo digno, cualificado, muy difícil, agotador, estresante y con el que puedo permitirme vivir con cierta seguridad económica. Ser analista web es jodido y te lo digo con la autoridad en la materia que me da haber sido trabajadora de limpieza, resinera, heladera, comercial, teleoperadora, dependienta, camarera, becaria y haber cuidado niños. Es muy jodido, pero es bonito, divertido, me gusta y se me da francamente bien.

Soy afortunada porque tengo por orden de lista: 1) un trabajo 2) con un sueldo que me excluye de la pobreza 3) estable 4) compatible con una buena vida 5) que me gusta (opcional)

Y este es el orden de los factores que permite que UNA sea una analista web feliz. Cómo verás no hay ni trucos, ni consejos, ni mérito, en cómo he conseguido ser feliz. Ojalá todos tuviéramos los cinco primeros puntos. Ojalá fueran obligatorios los primeros cuatro y ver cómo se dejan de vender libros de autoayuda para que la gente aprenda a sonreír gestionando internamente las consecuencias de una precariedad que permanece inmutable fuera.

Ojalá la Audiencia Nacional prohibiera los relatos que hacen apología del terror como los de “Pursuit Happiness”

No busco sentirme realizada con la analítica web. Estoy en esto por una serie de afortunadas oportunidades y me siento profundamente agradecida con quien me las dió (si eres mi jefa o mi exjefa o mi exjefe, GRACIAS). Pero yo soñaba con ser, entre otras cosas, GUIONISTA. Estudié Comunicación Audiovisual creyendo que se me daba bien escribir ficción y mira tu por donde lo único que tengo publicado es mi trabajo final de carrera que consistía en corroborar la hipótesis de que Rey Emérito iba a abdicar y los medios de comunicación estaban preparando a la opinión pública al respecto. Algo que le pareció una idiotez a todo el mundo que se lo contaba en octubre de 2013. Y mira, en junio 2014 ya no le pareció una idiotez a nadie. UNA es idiota, pero hace pausas. Cuando recuerdo este trabajo académico, que me hizo buscar una metodología rigurosa para analizar los informativos y leerme mil libros me lleva a pensar que ya era una analista en bruto. Bueno, en brutisima, pero analista al fin y al cabo. Pero esa es otra historia que no va PARA NADA DE POLÍTICA.

Ser una analista web feliz por DENTRO y por FUERA

Soy una analista web feliz porque dentro de la analítica asumo que la analítica web me va a dar momentos infelices y confío en que me dará también algunas alegrías. Mi paz mental descansa en la ambición de hacer una analítica web útil y no perfecta, ni exacta, ni complaciente. Creo firmemente que hago un buen trabajo en mi día a día porque trabajo en una empresa que me permite hacerlo. Me siento valorada, válida y valoro tener un trabajo que me gusta rodeada de buena gente, poco más que añadir (dijo ella besando el escudo de su empresa).

Soy una analista web feliz porque fuera de la analítica mi trabajo me permite tener una buena vida. Me deja tiempo, humor, energía y ganas para escribir esto que lees, porque esto de escribir me hace sentir realizada. Esto que lees lo pienso mientras corro, nado y leo. Esto que lees lo he debatido este mes con mi gente a la que veo con calidad y frecuencia. Este blog es el hilo que me une a mi amigo Alex. Por escribir estas cosillas conocí a Brais. Brais que acabó invitándome al podcast de Datola. Donde UNA fue muy feliz durante un ratito, que era por donde empezamos con este texto, que me enrollo más que el Avinash (supongo que para tener algo en común con él). Me sentí valorada, válida y valoro estar rodeada de buena gente con proyectos que quieren que los analistas vivamos en un mundo mejor, poco más que añadir (dijo ella besando el escudo de Datola)

“Vives y sufres” dijo un ladrón de bicicletas

 

Martin Seligman*un prestigioso e influyente psicólogo que a fuerza de Best Sellers inundó la sociedad americana con su visión “positiva” de la psicología

Posible*

– Hijo de Chris: Es que no entiendo ¿Iremos al partido?

+ Chris: Depende. Dije que posiblemente iremos al partido.¿Sabes que es posiblemente?

– Hijo de Chris: ¿Probablemente?.

+ Chris: No, probablemente es casi seguro. Posiblemente significa que tal vez si o tal vez no.

 

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Irene Santos Escrito por:

Analista feliz. En ocasiones veo datalayers en Rastreator.com. Creo contenido sin ninguna pretensión más allá que seguir aprendiendo. Tengo a Segovia en el corazón y a Madrid en la cabeza

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